por Daniel Scian
Los delfines y los murciélagos tienen un sistema de orientación espacial consistente en un tipo de sonido proyectado hacia los objetos que, al rebotar en ellos, vuelve y es procesado por el cerebro dando la certeza de a qué distancia se encuentra dicho objeto. Ese mismo principio es utilizado por los radares, sonares, ecosondas, etc. Un avión o un barco se orientan de ese modo.
Pues bien, los seres humanos tenemos una especie de radar temporal, o sea, un mecanismo que envía “sensaciones de futuro” hacia las cosas y las situaciones. Al “rebotar” en ellas, esas sensaciones vuelven a nosotros para construir certezas acerca del futuro.
Si, lo se, no parece fácil de entender. Confieso que hasta me parece estrafalario así descrito. Pero, adelante mis valientes, intentemos explicaciones más claras o ejemplos.
Cuando una chica recibe el llamado de un chico que le gusta y que la invita a salir esa noche, sabemos que el resto del día estará influido por esa invitación. La expectativa girando alrededor de la salida futura se hará sentir en cada momento previo a la misma, cancelará otros compromisos, pensará en cosas diferentes a las que pensaría si esa noche tuviera que visitar a su abuelita, y sentirá, respirará, hablará, etc., de modos diferentes también. Es su “sensación de futuro” proyectada hacia el mundo, que vuelve en forma de invitación-a-salir-con-el-chico-que-le-gusta, lo que definirá su presente en cada momento de ese día.
El radar temporal hace que la proyección al futuro de alguien que esta deprimido choque como contra un muro muy cercano, lo cual se siente como falta de expectativas, sensación de “no vale la pena” y, por lo tanto, de horizonte cerrado y oscuro. Como consecuencia, la proyección del radar se volcará mas hacia el pasado y dará lugar a la nostalgia melancólica, a pensamientos ligados a cosas ya lejanas en el tiempo, culpas y remordimientos, repeticiones, reelaboraciones y revisiones de lo vivido que exasperan y debilitan aun mas.
El náufrago vive en función de su virtual rescate o de la certeza de estar abandonado sin remedio, es decir, de que no habrá regreso.
Las casas que se hacían a principios y mediados del siglo XX en muchos lugares de la Patagonia eran precarias no por cuestiones económicas sino por su carácter de transitorias dado que sus habitantes tenían en mente quedarse allá solo por un tiempo y luego partir. Muchos de ellos vivieron definitivamente en esas casas siempre provisorias.
Escuchar la radio por la mañana para saber como estará el tiempo, controlar el aire de los neumáticos antes de partir, poner -siendo invierno- la malla en la valija cuando se viaja a otro hemisferio, comprar, en enero, una agenda que llega hasta diciembre… son algunos de los infinitos ejemplos de la acción del radar temporal.
Casi no existen actos de puro presente en nuestras vidas o, en todo caso, hasta esos posibles actos estarán invariablemente influidos por el radar temporal.
Pues bien, los seres humanos tenemos una especie de radar temporal, o sea, un mecanismo que envía “sensaciones de futuro” hacia las cosas y las situaciones. Al “rebotar” en ellas, esas sensaciones vuelven a nosotros para construir certezas acerca del futuro.
Si, lo se, no parece fácil de entender. Confieso que hasta me parece estrafalario así descrito. Pero, adelante mis valientes, intentemos explicaciones más claras o ejemplos.
Cuando una chica recibe el llamado de un chico que le gusta y que la invita a salir esa noche, sabemos que el resto del día estará influido por esa invitación. La expectativa girando alrededor de la salida futura se hará sentir en cada momento previo a la misma, cancelará otros compromisos, pensará en cosas diferentes a las que pensaría si esa noche tuviera que visitar a su abuelita, y sentirá, respirará, hablará, etc., de modos diferentes también. Es su “sensación de futuro” proyectada hacia el mundo, que vuelve en forma de invitación-a-salir-con-el-chico-que-le-gusta, lo que definirá su presente en cada momento de ese día.
Del mismo modo, continuamente estamos proyectando sensaciones acerca del futuro. Digo sensaciones porque no llegan a ser ideas o pensamientos. Y todo el tiempo vuelven a nosotros modificando nuestro momento presente… y el pasado.
También proyectamos sensaciones acerca del pasado como parte del mismo mecanismo, pero es la dirección hacia el futuro la que actúa en forma constante y, a su vez, influida por el pasado: no es lo mismo si la chica tiene un pasado de desencantos amorosos que si es la primera salida o si se siente una estrella glamorosa por sus anteriores y abundantes invitaciones.El radar temporal hace que la proyección al futuro de alguien que esta deprimido choque como contra un muro muy cercano, lo cual se siente como falta de expectativas, sensación de “no vale la pena” y, por lo tanto, de horizonte cerrado y oscuro. Como consecuencia, la proyección del radar se volcará mas hacia el pasado y dará lugar a la nostalgia melancólica, a pensamientos ligados a cosas ya lejanas en el tiempo, culpas y remordimientos, repeticiones, reelaboraciones y revisiones de lo vivido que exasperan y debilitan aun mas.
El náufrago vive en función de su virtual rescate o de la certeza de estar abandonado sin remedio, es decir, de que no habrá regreso.
Las casas que se hacían a principios y mediados del siglo XX en muchos lugares de la Patagonia eran precarias no por cuestiones económicas sino por su carácter de transitorias dado que sus habitantes tenían en mente quedarse allá solo por un tiempo y luego partir. Muchos de ellos vivieron definitivamente en esas casas siempre provisorias.
Escuchar la radio por la mañana para saber como estará el tiempo, controlar el aire de los neumáticos antes de partir, poner -siendo invierno- la malla en la valija cuando se viaja a otro hemisferio, comprar, en enero, una agenda que llega hasta diciembre… son algunos de los infinitos ejemplos de la acción del radar temporal.
Casi no existen actos de puro presente en nuestras vidas o, en todo caso, hasta esos posibles actos estarán invariablemente influidos por el radar temporal.
1 comentario:
Que complejidad!!!! O mejor dicho es nuestra forma de querer entender las cosas. Pero lo voy entendiendo sumergiendome en la practica y los ejemplos. Y mira que coincidencia!!!
Hace una semana salí a navegar con mi Kayak y realicé una gran travesía. Claro, en mi pequeñisima embarcación no llevaba el radar que llevan los grandes Barcos, pero si llevaba mi radar natural, y como vos bien decís, es el Radar Temporal. Que ocurrió entonces?
Tenía que cruzar remando solito el Río Paraná de las Palmas que tiene un ancho de 1.5 km entre costa y costa. Por allí cruzan grandisimos Barcos Cargueros. Yo cuando comencé a Remar ví a lo lejos que se acercaba un gigantesco Barco y fue ahi que dejé de ver los pajaritos y los patitos para salir del presente y llevar mi imaginación hacia el Futuro. En mi imaginación podía ver ese monstruoso barco tratando de embestir mi pequeña embarcación. Sentí un poco de miedo, y era como si hubiera vivido esa experiencia que yo estaba proyectando hacia el futuro. Como funcionó entonces mi radar temporal? Logré soltar adrenalina y a pesar del cansancio remé y crucé el ancho río tan rápido que el Barco pasó 10 minutos despues de que yo ya habia llegado a la otra orilla. Si no hubiera visto esa gran mole acercandose yo hubiera seguido viendo los pajaritos y los patitos y el cruce se me hubiera hecho larguisimo.
Comparto esta experiencia puesto que observé como cambia la percepción y como se puede modificar la realidad cuando nos proyectamos hacia el Futuro.
Gracias Dani por estas notas. Me fascina leerlas.
Charly
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