18.5.10

PARIR, con "P" de Placer y de Poder


por CLAUDIA BARREYRO


En pocos días más, del 16 al 23 de mayo, estaremos celebrando una vez más la Semana Mundial del Parto Humanizado, una iniciativa en la que desde el 2004 en varios países se organizan acciones conjuntas para concientizar a la población en general sobre la importancia de una atención respetuosa del nacimiento.

Este año el lema gira alrededor de lo placentero o traumático que puede resultar un parto en función del tratamiento que se le dé.

Pensar en el parto como una experiencia placentera, es por un lado recuperar su relación directa con lo sexual pero es también preguntarnos por el significado que adquiere en nuestra sociedad la palabra placer. Probablemente esté ligada a la experiencia inmediata que tenemos cuando obtenemos algo que deseamos, que por lo general no admite el dolor que provoca su espera, ni la incertidumbre sobre las vicisitudes de su recorrido.

Es inmediato, consumible y responde a nuestro control voluntario.

Parir con placer, en cambio, supone internarse en estados no conocidos, en un mundo de nuevas sensaciones e intensidades para las que hasta el momento no teníamos instrucciones. Atravesar los dolores que las contracciones puedan producirnos es como si viajáramos a otra galaxia, o entráramos en trance. Este placer, del que hablan las mujeres que han vivido su partos extáticamente sólo puede ser sentido en contextos que como describe Michel Odent, “haya condiciones de seguridad e intimidad que permitan que nuestro neocórtex, el que nos hace humanos y nos mantiene en estado de alerta segregando adrenalina (bloqueando el parto y la producción natural de oxitocina) esté lo más relajado posible, para que nuestro cerebro primitivo y mamífero, pueda trabajar sin interferencias.”

Y sobre todo en aquellas situaciones que nos brinden confianza y nos alienten a explorar las posibilidades de nuestros cuerpos, para adoptar diferentes posturas, ensayar sonidos, movimientos, balanceos, o hasta masajes de estimulación autoerótica, que aumenten la producción de endorfinas (sustancias producidas por nuestros cuerpos encargadas de disminuir las sensaciones de dolor) y nos hagan sentir poderosas.

Es allí donde descubrimos que nuestra potencia femenina para parir nos permite no sólo acompañar activamente el nacimiento de nuestros hijos sino también atravesarlo con sensaciones intensas de Placer.


OMNIA VINCIT AMOS
"¡Que el Amor lo conquiste Todo!"

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