27.10.08

LA VIA DEL PRESENTE

LA MEMORIA DEL PRESENTE
por Daniel Scian

Para soñar con un mundo mejor, sentir nostalgia por los días en que paseábamos con mi primera novia tomados de la mano, concentrarme en mis fantasías alrededor de las próximas vacaciones o rumiar las palabras de alguien que hablo mal de mi, para todo eso es imprescindible no estar en el presente, es decir, hace falta viajar e instalarse en esos otros tiempos, ejercer la memoria de esos pasados y futuros.
La memoria del presente, en cambio, actualiza la experiencia de estar aquí y ahora, implica un abandono de los otros tiempos, exige volver de ellos para estar presente.
Cuando un niño se encuentra absorto en su juego o dibujando se lo ve en ese estado que bien podemos calificar de alterado (para nosotros). La lengua afuera, la mirada perdida pero como mirando algo invisible o fundida en los objetos del juego, movimientos intensos que parecen ligados a otras dimensiones.
Esta imagen permite recordar nuestros propios momentos de memoria del presente, reconocer esa sensación de tiempo disuelto, de que los limites claros entre pasado y futuro se borran y todas las cosas aparecen en el presente solo que a diferentes “distancias” de uno; es que el tiempo desaparece como categoría y la experiencia transcurre centrada en la vivencia de espacialidad.
Cuando se fuma marihuana o se bebe alcohol también surge esa particular alteración del tiempo y del espacio, es decir, la expansión de la experiencia de espacio por sobre la sensación de tiempo.
Esto demuestra que todas estas cuestiones de las memorias no ocurren en un mundo imaginario o teórico sino que son parte del mundo real, están en nuestra constitución neurológica, son parte de lo que le pasa al cuerpo. Al cuerpo como intersección de múltiples dimensiones, mundos y categorías, pero cuerpo físico de todos modos.
Un efecto de algunas sustancias químicas, como el alcohol, sobre el cerebro, es el adormecimiento de funciones habituales como la vivencia del tiempo, con la consiguiente liberación de otras funciones que estaban dominadas o superadas por las anteriores. Ocurre que la sensación de tiempo se produce en el hemisferio izquierdo, dominante, y en relación con el lenguaje: el lenguaje se produce en forma secuencial, en el tiempo, una palabra después de la otra. Por lo tanto, si adormecemos el cerebro, primero se debilitan las funciones dominantes permitiendo la liberación de otras subordinadas. Así parece despertarse la espacialidad. Parece solamente, puesto que es todo el cerebro que se debilita. Es como cuando escucho la radio en el auto: al apagar el motor parece que el volumen subiera cuando en realidad es solo un efecto de diferentes contrastes. Esto es fundamental para entender por que no es conveniente el uso de sustancias para el supuesto despertar de la creatividad. Eso que parece despertar esta tan dormido como lo otro. En otras palabras, si alguien logra activar o liberar modos mas creativos de pensamiento por el uso de sustancias, debería saber que lo que se activo tiene muchísimo mas alcance pero no disponible en ese estado. Si Jimmy Hendrix hubiera podido seguir sin drogas hoy conoceríamos fenómenos musicales inconcebibles para la mente ordinaria. En general, el alcohol y otras drogas sirven para aplacar y debilitar a fuerzas opresivas internas, lo que en el psicoanálisis se conoce como el superyo, es decir, estructuras ordenadoras del mundo interno que, a veces, se convierten en poderes tiránicos a fuerza de prepotencia, desvalorización y juicios de todo tipo. Fluir en la libertad creadora del artista supone violentar muchos de esos ordenadores interiores, romper estructuras incorporadas del mundo y eso equivale a una guerra de independencia. Y así como un país no puede crecer ni brillar estando en guerra, un ser creador no puede crecer ni brillar en una lucha constante contra el superyo. Hace falta, a menudo, una lucha de liberación que permita fundar una nueva nación, pero inmediatamente debe comenzar a bailar sus propias danzas, escribir sus canciones con placer y orgullo. A partir de esa situación de libertad y paz es posible un arte maduro y trascendente.
La memoria del presente es algo que todos conocemos pero que también sabemos esquiva y fugaz. Puesto que estamos llenos de estructuras ordenadoras, no es fácil fluir en el estado de presencia sin hacer una reingeniería interna de esas estructuras. Y el guardián de ese orden es el mundo de la mente racional e ideológica con su brazo armado, el mundo de las emociones. Pero eso es tema de otro capitulo.

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